El drama que viven los vecinos del barrio Agrimensores ante la otra pandemia que azota a los tucumanos, que no es la del coronavirus sino la de la inseguridad, los lleva a cuestionarse cuál es la solución a tanto padecimiento. Es que ya agotaron todas las alternativas para resguardarse: llegaron a pagar el servicio adicional de un policía para que los proteja pero ni la presencia del uniformado evitó que asaltaran a una mujer a plena luz del día.
El robo que rebasó el vaso sucedió en la esquina de San Juan y Echeverría, donde una vecina esperaba el colectivo para ir a trabajar, el viernes a la mañana. Justo en esa intersección está la garita donde se ubica el policía contratado por el barrio. Pero, para sorpresa de la mujer, este se escondió en cuanto aparecieron dos delincuentes a bordo de una moto, la encañonaron y le arrebataron la cartera. Volvió a asomarse recién cuando los motochorros se alejaban con el botín.
“Los robos ya son habituales, nos cansamos de reclamar, pero lo grave es que esta vez había un oficial al frente y no hizo nada, se escondió en la cabina y salió cuando ya había pasado el hecho, encima nos puso excusas. ¿Ahora tengo que salir armado a cuidar que no le pase nada a mi señora? Es increíble, en una parada de colectivos, en horario pico y frente a un efectivo”, se quejó Diego Molina ante un periodista de LA GACETA.
La misma pregunta se hicieron otras personas de la zona que, al enterarse del hecho, organizaron una protesta y horas después ya estaban en el boulevard Santiago, frente a una gruta de la Virgen del Valle, con pancartas que reflejaban el reclamo de seguridad. “Nos asaltan a toda hora, todos los días, es terrible ver que en dos segundos los delincuentes desenfundan un arma, te encañonan y te quitan lo que te costó años conseguir”, fue el testimonio de Fernando Javier Acosta. A él le desvalijaron la casa la semana pasada y se llevaron sus materiales de trabajo.
Historias como esas se repiten en cada cuadra del barrio. Lo que piden es una solución a largo plazo para este problema. Y reconocen que no se trata de falta de compromiso por parte del personal de la comisaría 7a, que está a cargo de esa zona de la capital. “Evidentemente faltan recursos o falta personal”, consideró uno de los manifestantes.
Consultado sobre esta situación, el secretario de Seguridad, Luis Ibáñez, explicó a este diario que “no es recomendable el sistema de la garita; es preferible que un policía circule por la cuadra a que se quede cuidando un punto fijo, además la cabina puede generar un conflicto con la Municipalidad”. Y prometió acercarse personalmente al barrio para escuchar el planteo de los vecinos. “De ser necesario se tendrá que ampliar el operativo de recorridos”, afirmó.
Lo que temen quienes viven en el barrio Agrimensores es que pase lo que ya sucedió en cada una de las barriadas donde hubo un levantamiento de los vecinos en reclamo de seguridad: que se incrementó la custodia policial durante algunas semanas y después todo quedó en el olvido, por lo que volvieron a ser presa de los delincuentes.
El barrio Agrimensores podría ser representativo de la situación de los vecindarios alejados del microcentro, en los que la falta de recursos y de estrategias del Estado se traduce en problemas críticos como, en este caso, la inseguridad que crece sin que se le pueda poner freno. La respuesta estatal no debería circunscribirse a la protesta vecinal, sino enmarcarse en un programa concreto y perdurable. La imagen de los niños del barrio reclamando por su seguridad debería generar esa respuesta de largo aliento.